Cuando era chico estaban de moda los Caballeros del Zodiaco (con Seya y
compañía), y mi hermano y yo los pedimos para Reyes. Eran súper caros...
No recuerdo cómo fue la elección o si fue una de esas veces en las que
los regalos de reyes llegaron anticipadamente (ir a la tienda en
diciembre, ver lo que quieres y decir: «¿Nos lo llevamos y no pedimos
nada más en Reyes?»).
Pero sí que recuerdo cómo jugaba con mi
hermano, seis años mayor que yo, o el berrinche que me llevé al romper
una de las valiosas piececitas (una hombrera del muñeco de mi hermano,
creo recordar).
Tampoco recuerdo de qué manera llegó el Caballero de
Libra, ya que en mi casa nadie tiene ese signo... quizá algún regalo de
alguien cercano a la familia, qué se yo.
Con el tiempo llegó un
nuevo miembro a la familia de juguetes con armadura: el Winspector
verde, uno de los tres protagonistas de una serie estilo Bioman o
PowerRangers que triunfó en España algunos años después. Juntando los
cuatro muñecos salvaba al mundo una y otra vez en interminables batallas
por la paz (algo incongruente en mi pensamiento de hoy, pero muy lógico
para mi yo bélico-pacifista de aquel entonces. A pesar de los métodos,
siempre violentos, esas series de televisión aportaban ciertos valores
muy interesantes que aún hoy defiendo, como la protección de los más
débiles ante las injusticias, o el no ser impasible ante éstas.
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